La Era de DIY (Recap: Julio)
- The Focused Actor

- 1 ago
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Creo que puedo decir esto con seguridad: estamos en un momento estresante.
Se siente una falta de esperanza.
Personalmente. Globalmente. Existencialmente.
Es literalmente todo…en todas partes…al mismo tiempo.
Y no hablemos de lo trivial que puede parecer todo cuando ves el panorama global completo.
La verdad es demasiado.
Tal vez para enfrentar esta gran realidad primero necesitamos acercarnos y preguntarnos: ¿dónde encajo yo en todo esto?
Es el momento de hacernos preguntas difíciles.
Un cambio colectivo está en marcha. Cada vez muchos más de nosotros somos empujados hacia una sentencia (una sentencia final, si te sientes en onda con Tom Cruise).
Está sucediendo en todas las industrias y profesiones. Las generaciones más jóvenes, especialmente, enfrentan decisiones duras y verdades aún más duras.
¿Queremos seguir en esta carrera?
¿O quizás es en una rueda de hámster?
¿Cambiamos totalmente de profesión?
¿O compramos un terrenito y armamos una comuna con seres queridos?
¿Qué queremos, en serio?
¿Qué quieres tú?
“Si no morirías si no pudieras actuar… si puedes hacer otra cosa… hazlo.”
¿Alguien más escuchó eso en sus clases de actuación o fui solo yo? Porque esa frase se clavó en mi mente.
Cuando la oí, mi cerebrito Virgo la tomó a pecho. Pensé: “Pues me jodí. No moriría y soy lo suficientemente inteligente como para ser doctor o contador si quisiera. ¿Entonces no soy artista?”
Después de años y experiencias, entendí que no se trata de vida o muerte, sino de cómo quiero vivir. No moriría si no pudiera ser artista, pero no sentiría que realmente estoy viviendo.
Entonces—¿cómo sigo siendo artista en un mundo tan caótico y volátil?
Las reglas del juego cambian cada día, todo se va a la mierda, y es agotador intentar adelantar cuando parece que solo nos quedamos atrás.
Y entonces nos enfrentamos a…
Verdad #1: Puede que no "tengas éxito"
Lo sé. Es duro de aceptar. Entonces… ¿de qué sirve todo esto?
Otra frase que también se grabó en mi mente:
Muchos actores no quieren actuar...quieren fama.
Uf. Piénsalo por un momento, porque creo que es una pregunta muy válida:
¿Quiero ser artista o quiero fama?
No digo que no debas querer estar entre las estrellas… pero es fundamental (para tu salud mental incluso) entender qué es lo que realmente quieres.
Imagínate esto: vives en un pueblo pequeño. Es pacífico. Vas a ensayos, actúas en una obra local. Ganas lo suficiente para pagar tus cuentas y pasas el rato haciendo tus propias películas y otras cosas que te gustan. No tienes fama, pero haces lo que quieres y no tienes que preocuparte por el dinero.
¿Te alcanza? ¿Eres feliz? ¿O necesitas ser una superestrella?
¿Cuál es tu definición de éxito? Está bien (y es totalmente normal) que haya cambiado.
De nuevo: no digo esto para desanimarte de perseguir tus sueños. ¡Ve por ellos! Haz lo que te haga feliz. Pero si te encuentras miserable porque ese sueño cada vez se siente más inalcanzable, asegúrate de estar haciéndolo por las razones correctas.
Porque…
Verdad #2: No tienes control (sobre todo)
Si trabajas duro, te recompensan.
O eso nos prometieron.
La industria del entretenimiento siempre ha sido controlada por sus puertas cerradas.
Los actores aspirantes toman clases, envían postales, pagan talleres, van a eventos, actualizan su book, hacen casting, etc. etc. etc., con la esperanza de “entrar” — todo mientras sobreviven con un trabajo… o dos o tres.
Aunque eso suene proactivo… mayormente es esperar.
Esperas una audición, esperas un callback, esperas el primer booking, espera el siguiente booking. “Apúrate y espera.”
Todo depende de que otra persona te dé la luz verde. Por eso no tienes verdadero control.
Entonces, ¿qué puedes hacer?
Puedes esperar a que alguien te elija—o puedes elegirte por tu propia cuenta.
Jack Innanen – de TikTok a serie de comedia en FX.
Caitlin Reilly – de TikTok a representación por WME.
Sara Echeagaray – de TikTok a una serie en Disney.
Cole Anderson-James – de TikTok al reboot de The Office.
Boman Martinez-Reid – de TikTok a un contrato de desarrollo.
Crea. Tu. Propio. Contenido.
Verdad #3: Tienes que DIY
Estás en el supermercado comprando leche de avena.
Dios… ¿por qué es tan cara? ¿Y que son todos estos ingredientes? ¿Será que esta marca pertenece a una empresa cuestionable?
En vez de comprarla, decides comprar una bolsa de avena y un dátil. Llegas a tu cocina, sacas la licuadora, tiras todo, le agregas agua y una pizca de sal. Cuelas el resultado con un colador metálico que encuentras en el fondo de una gaveta y terminas con una buena leche de avena casera.
Es medio desastre, pero divertido (y te quedó bastante rico).
Te gusta y terminas mejorándolo. Hoy las herramientas son accesibles y buenas. Cambias el colador por tela de queso y compras una mejor licuadora. El proceso se simplifica y disfrutas más tu leche de avena casera.
Lo mejor: tu decides los ingredientes y cómo la preparas.
Entonces, hazla. Haz tu leche de avena casera.
Hazla solx. Hazla con amistades. Para ti. Para otros. Hoy en día hay espacios donde puedes compartirla y potenciar un público.
Si haces una leche de avena rica que la gente aprecia, puedes incluso monetizarla.
¿Quién sabe? Tal vez alguna marca ya establecida lo note y se asocie contigo.
En lo que importa… estás haciendo leche de avena. Y si haces leche de avena, eres fabricante de leche de avena. Punto.
¿Eres feliz? Eso depende de cuál es tu definición de éxito como fabricante de leche de avena.
Tarea de julio: Haz leche de avena (o sea: graba esa película)
Ingredientes:
1 taza de una idea caótica que no puedes sacar de tu cabeza
3–5 amistades creativas dispuestas a filmar fines de semana
Un puñado de equipo bueno y barato (lo que tengas)
1 cucharada de “a la mierda, lo hacemos”
Una pizca de tutoriales de YouTube
Opcional: locaciones sin costo, vestuario prestado, snacks
Instrucciones:
Remoja tu idea. Déjala reposar. Escríbela. Haz una grabación de voz. Prueba una escena con amigos. Observa lo que sobresale.
Mezcla con tu gente. Ponte en contacto. Alguien maneja cámara, otra edita, alguien solo quiere crear. Mezclen habilidades y energía.
Cuela lo innecesario. Manténlo corto y claro. No busques premios de prestigio—cuenta lo que importa. Que sea posible con lo que tienes. (Sin dinosaurios CGI)
Agrega sabor. Tu tono, un personaje peculiar, un final sorpresivo, un elemento humano—lo que te nazca. Lo que quieras compartir.
Embotella tu contenido. Expórtalo. Súbelo a YouTube, Vimeo, Instagram, o envíalo a un microfest. Mándaselo a ese productor que conociste una vez. Es tu carta de presentación.
Comparte y sirve. Invita a la gente a ver. Cuenta el proceso. Siente orgullo por tu trabajo. Hiciste algo real.
Repite. Mejora. Remix. Cada lote mejora. Prueba nuevas ideas. Sé extraño. Sé original. Es tu creación.
No necesitas permiso.
Solo necesitas una licuadora… y un sueño.




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